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“Recién parida, dando el pecho y colechando sin tener ni idea de lo que hacía.” – Cuéntanos tu lactancia

“Recién parida, dando el pecho y colechando sin tener ni idea de lo que hacía.” – Cuéntanos tu lactancia

Me decido a contar mi experiencia porque creo que a lo mejor a otras mamás o futuras mamás les puede resultar de utilidad.

Si algo tenía claro antes y durante el embarazo era que no quería dar el pecho. Mi madre no me dio el pecho y yo había crecido bien. Además, siempre había oído que dar el pecho hacía que se te cayeran los pechos, que dolía… Y, por muy egoísta que suene, no me veía preparada mentalmente para tener que enfrentarme con 25 años a unos pechos colgantes.

En la primera consulta con la matrona, una de las primeras preguntas que me hizo fue si iba a dar el pecho, cuando dije que no y el por qué, intentó convencerme de lo contrario, y apuntó en mi cartilla “indecisa”. El embarazo fue pasando, y las hormonas causando estragos… Yo cada vez estaba más insegura, y mi suegra y mi pareja presionando con que dar el pecho era lo mejor PARA EL BEBÉ… Yo cada vez estaba más abrumada. Veía toda la violencia obstétrica que nos rodea en España, la presión por dar el pecho, por no trabajar (pero solo los primeros meses)… Veía como, para mi entorno, los que me tenían que cuidar y apoyar, yo me iba haciendo cada vez más y más pequeña, y el bebé que solo pesaba unos gramos/kilos era cada vez más y más grande…

Un día, en el curso de preparación al parto, nos dijo el comadrón algo así como “todos los niños crecen, con biberón o con teta. Lo importante es que vosotras estéis bien y a gusto con la decisión que toméis. Pensadlo bien, y una vez os hayáis decidido, no os dejéis tumbar, porque tened claro que van a intentar haceros cambiar de opinión tanto si dais el biberón como si dais el pecho. Además, hagáis lo que hagáis, si VOSOTRAS no os sentís cómodas, siempre podéis cambiar, nada es definitivo”. ¡Por fin alguien me hablaba a mí y pensaba en mí! Ahí fue cuando decidí que tenía razón, que había muchos beneficios para el bebé y también para mí, y que iba a intentar dar el pecho, total, siempre podría cambiar… Pero estaba de más de 8 meses de embarazo, así que no había mucho tiempo para la preparación.

Llegó el día del parto. Largo y duro, como la mayoría de los partos actuales. Cuando nació mi hija, me la pusieron unos segundos en la piel y automáticamente la llevaron a la cunita pediátrica para llevar acabo la reanimación, ya que había habido sufrimiento fetal. Una vez pasado el susto inicial me preguntaron si iba a darle el pecho. Dije que sí, así que me abrieron el camisón y me la tumbaron, primero encima, y luego al ladito para que siguiera enganchada. Las 3 primeras horas las pasamos así, en el paritorio, con las luces tenues, las dos juntas, ella enganchada a mi pecho (yo no lo sabía, pero tuve mucha suerte de que se agarrara muy bien a la primera). Y así nos subieron a planta. Me recomendaron que intentase dormir. Así que, ahí estaba yo, recién parida, dando el pecho y colechando sin tener ni idea de lo que hacía.

En el hospital mi hija no aceptó la cunita (ni en casa tampoco), siempre me preguntaré si fue por pasar esa noche/mañana tan pegaditas, o si habría sido igual si no hubiéramos empezado colechando desde el minuto cero. En planta estaban un poco saturados, ya que habíamos dado a luz varias mujeres el mismo día, era fin de semana, y todo se juntaba… Así que como la bebé lloraba y lloraba, y a mí me habían salido grietas, me trajeron un biberón. Y después otro. Y otro. Y cuando lloraba sin consuelo, otro biberón y a callar. Yo creía que era lo mejor, ya que yo no tenía leche, la pobre tenía hambre y la tenía “sufriendo”. Hasta que llegó una enfermera más experimentada, me enseñó cómo tenía que colocarla, y me dijo que, si lo que yo quería era dar el pecho, que no diera ni un biberón más. NI UNO. Cómo íbamos a sobrevivir los 4 días hasta la primera revisión??? Bueno, pues sobrevivimos. Y además, se curaron las grietas en menos de 48 horas (ahí tengo muertas de risa los parches y la crema tan caros). Y además, me bajó la leche al cuarto día. ¡Ya estaba todo hecho! ¿Qué podía salir mal?

Cuando en el curso de preparación al parto nos dijeron que los bebés de pecho mamaban cada 20 minutos, mi madre me dijo que se habrían equivocado, que eso es lo que tardabas en darle las dos tetas y que comían cada tres horas. Y yo, embarazada y abrumada, preferí oír eso. Así que el golpe de realidad que me llevé con lo del pecho a demanda fue épico. Pocas veces he llorado tanto en mi vida. Me sentía esclavizada.

Todo el día en “el tostadero” (que es como llama mi abuelo inválido al sillón en el que tiene que pasar el día postrado).

No podía ir al baño.

No podía comer sin ella en la teta (¡¡bendito cojín de lactancia!!).

No podía hacer NADA (porque no os lo he dicho, pero vivimos a 400 kilómetros de toda nuestra familia y amigos, sin nadie de nuestro entorno en un momento vital parecido, y aquí estamos completamente solos y sin ninguna ayuda).

No podía dormir una hora seguida sin que me pidiese mamar, por no hablar de coger una postura cómoda colechando…

Y además, cada vez que se enganchaba, dolía. Decían que era normal, máximo unos 30 segundos al empezar, hasta que aprenda… Como si el que sólo fueran “unos segundos” hiciera que el dolor fuera menos intenso.

Por no hablar de las ingurgitaciones diarias o (siendo muy afortunada) semanales, y las 20 mil volteretas que teníamos que dar para poder ir vaciando la teta de la zona congestionada.

Y yo creía que podía dejar la lactancia cuando quisiera como me habían dicho… Pero resulta que si lo hacía de golpe me exponía a una mastitis. Así que me sentía obligada, engañada y frustrada. Además, mi entorno (probibe total) me decían que para qué sufría si con el biberón iba a crecer igual…

Cuando aprendí a vivir lactando, y ya llevaba mejor esa “esclavitud voluntaria”, llegó la perla de leche. Ahí me acordé de la matrona que me asistió en el parto, que me dijo que cuando empezara con la lactancia me iba a reír del dolor de las contracciones. Pocas veces en mi vida he sentido tanto dolor. Lo peor es que la solución que me daba mi matrona del centro de salud, era empezar a darle el pecho a mi hija solo para comer y después quitárselo, porque “tres meses ya son suficientes para que duerma sola y no te use de chupete”. Apaga y vámonos. Menos mal que ahí entró en mi vida LactApp, y por fin pude ver luz entre tanta oscuridad. Empecé a empaparme de toda la información, a seguirlas en redes sociales, a consultar de manera individual… Y seguí todos sus consejos, mi hija siguió durmiendo con su teta, y “jugando” con su teta, y “usándola de chupete”, y a mí cada vez me dolía menos. La perla desapareció. De vez en cuando reaparece, pero ya sabemos cómo mejorar la técnica para minimizar el daño.

Ahora ya son casi 9 meses de lactancia. Aun teniendo una carrera y un máster, esto es, muy de lejos, lo más difícil, duro, apasionante e increíble que he hecho nunca. Nunca había sentido tanto dolor, tanta frustración, tanta soledad y tanto vacío como cuando empecé a dar el pecho. Pero nunca había sentido tampoco tanto amor, tanto orgullo, tanta satisfacción ni tantas ganas de seguir adelante costase lo que costase.

He tenido ganas de tirar la toalla mil veces, y mi chico hacía de soporte. Cuando me veía sufrir como a la que más, era él el que se ofrecía a comprar leche de fórmula… Y yo le decía “tenemos en el cajón las muestras, sácalas y prepara un biberón” y el tenerlo tan cerca y tan real, hacía que los dos dijéramos “bueno, vamos a intentarlo hasta mañana, y si mañana no funciona, le hacemos el biberón”.  Y mañana a mañana, noche a noche… aquí estamos! Enamorándonos aun cada vez que damos el pecho. Flipando cuando se queda dormida en mi teta. O cuando se abalanza a por ellas como una loca. O cuando se ríe mientras mama y se vuelve a enganchar corriendo para no perderla. O cuando la va a coger su padre y se engancha deprisa como diciendo “casa!”.

Si alguna otra madre (o futura madre) me pidiera mi consejo, le diría que se informe mucho muchísimo antes de tomar ninguna decisión, que lea experiencias, que se empape de información… Y que cuando haya decidido, que tire a por todas con todas su fuerzas. Todas somos madres, alimentemos a nuestros hijos como los alimentemos. Todas les damos todo nuestro cariño. Todas les damos lo mejor para ellos. Y muchas veces, lo mejor para ellos es que nosotras estemos bien, por eso es importante, que hagamos lo que hagamos: hagamos lo que nosotras queramos.

Beatriz.

4 comentarios en «“Recién parida, dando el pecho y colechando sin tener ni idea de lo que hacía.” – Cuéntanos tu lactancia»

  1. Me encanta la historia. Nunca lloré tanto como los primeros días de lactancia. Ni en el embarazo, ni en el hospital cuando nació. Fue esa frustración, el dolor, la incomodidad, el excesivo calor, la falta de sueño, el niño creciendo poco y yo casi sin comer, dormir , levantarme, nada sólo iba por la casa en sujetador como zombie. Y a veces sin él para estar siempre preparada. Pero a los 15..días todo fluyo. Mi bebé ya tenía más fuerza para mamar, era más constante la toman y por fin empezó a ganar peso y yo a verle q si valía delante pena. Los bibes era de urgencia uno a la semana o así cuando él lloraba y no sé agarraba bien o cuando yo estaba exhausta y casi de mal de humor de pasar horas con la tera porque Enzo no se quedaba satisfecho parece q por la mala postura q luego fuimos corrigiendo. En fin,, q va todo encaminado y parece q lo vamos a conseguir sin tanto revuelo.

  2. Me siento TAN identificada contigo en tantas cosas… Creo que por muchas experiencias que escuches, articulos o libros que leas hasta que no lo vives no te haces una idea de lo duro de puede llegar a ser. Ahora el peque tiene 7 meses y puedo decir que ambos disfrutamos después de todo un recorrido bastante pedregoso. Yo me sentía egoista o “mala madre” si decidía abandonar, lo cual sé que es un error, pero ese sentimiento de culpabilidad tan enorme me corroía. A pesar de todo volvería a dar el pecho. Para mi no tiene precio la cantidad de momentos mágicos que vivimos a diario a parte de los beneficios aue tiene para ambos….
    Locos de amor!!

  3. Súper identificada con tu historia mi bebé tiene 20 días y ha sido toda una experiencia… dar el pecho para mi no ha sido fácil pero no me rindo ni rendiré porque sé que es lo mejor para ella y para mi la conexión que tenemos y ver esa carita satisfecha hace que valga la pena todo!

  4. Me identifico enormemente con esto.. mi bebe tiene 8 dias y siento que no puedo.. no se llena y pasamos toda la noche en vela por que el no come lo suficiente y de repente me entra panico por que ya no queda mas por darle y duele horrible el pecho de tanto que mama y no se sacia! Y después pienso en abandonar y me siento sola y mala madre el cansancio me invade y recurro a la popa para sacar la leche y que alguien mas cuide del baby en casa la verdad es muy frustrante y me pregunto si podré o sere mala madre

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