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“Ahí estaba yo como madre y enfermera entre la espada y la pared”

“Ahí estaba yo como madre y enfermera entre la espada y la pared”

Hoy compartimos un relato que vale oro. Vanessa Cordova, una valiente mamá de gemelos y enfermera nos comparte su experiencia y sus reflexiones sobre cómo mejorar la atención a las madres lactantes para que puedan iniciar sus lactancias de la mejor manera posible. Esta experiencia demuestra que la maternidad nos puede ayudar mucho a mejorar como personas y como profesionales. Siempre decimos que queda mucho por hacer, pero con profesionales como esta mujer, cada vez queda menos. Gracias por compartir tu experiencia y te animamos a continuar trabajando así. Un abrazo.

Cuando me gradué de enfermera era muy joven, tanto así que jamás le di importancia a la lactancia materna. Además, que jamás me dieron ese tema en clase; era como que la lactancia es lo mejor y punto.

Pero todo cambió cuando supe que estaba embarazada y, además, de gemelos. Claro, como toda futura madre me informé, leía cada libro, revista, artículos… todo lo que pudiera servirme y, más aún, con gemelos.

Me pasaba por la mente –obvio– darles lactancia pero como que no fue mucho mi interés.

Y llegó el día 8 de noviembre del 2015, me metieron de urgencia a quirófano porque ya no traía líquido, la placenta se estaba calcificando 🙁 y empezó mi trabajo de parto a las 36.5 semanas.

Pasaron los minutos y ahí estaba mi primer bebé, escuche su llanto y, seguida, la otra bebé.

Apenas me las presentaron y me llevaron a recuperación, ahí sufrí de mucho dolor y solo lograba preguntar dónde estaban mis bebés. Los tenían a cargo de un enfermero y ahí les dieron la primer toma de fórmula –aún lo recuerdo– 20 mililitros.

Por fin me llevaron al piso de Ginecología, y por primera vez las tuve en mis brazos y, en cuanto pude, me las pegué (claro, según yo era una experta, daba pláticas a las mamás de cómo hacerlo) y batallé mucho, entre el dolor de la herida, la sonda, el suero 🙁 horrible… pero pude y si acaso duró 5 minutos y luego la otra bebé. Así me la pase tooooodoooo el día y toda la noche que pasé ahí, sin dormir, con dolor, pegándome una tras otra, y alrededor mamás con bebés llorando porque ellas afirmaban que no tenían leche, la exigían cada tanto rato y el llanto de esos bebés.

Mientras tanto yo me empeñaba en no quedarme dormida sin que ellas comieran, pasaban las enfermeras y me ofrecían fórmula, que según ellas nunca las iba a llenar y, claro, apenas empezaba su turno me decían los grandes beneficios de la lactancia materna. ¿Quién las entiende? (pero me di cuenta de que yo también lo hacía). Recuerdo que yo cometía ese gran error de darles la plática en cuanto llegaban y explicarles posiciones, horarios (lo sé, lo sé…), mitos, para que estuvieran informadas y, aún así, terminaba cediendo a darles fórmula porque según ellas no tenían leche y así eran mis turnos nocturnos, y cabe mencionar que el servicio se hacía llamar “Alojamiento Conjunto”, cuando los bebés tomaban fórmula cada 3 horas y muy pocas veces vi realmente ese apego entre bebés y mamás. Venían a mi mente todos esos recuerdos, ahora era yo la paciente y con doble trabajo.

Las enfermeras se sorprendían al yo negar la fórmula y yo me sentía radiante por demostrar que sí podía (aunque sólo llevaba 2 días y una noche) ¡ja! Demacrada, cansada, con aliento horrible, sudada…

Llegó mi alta y la de las bebés, la pediatra nos receta fórmula para prematuro ¿¿Queeeeee?? ¿No se supone que lo mejor es la leche materna? y, claro, como personal de salud hice caso a sus indicaciones: 20 mililitros cada 3 horas por un mes.

Llegamos a casa, con la emoción de todo y la llegada de gemelas a casa, claro había que estrenar los biberones rositas muy monos.

Y ahí estaba yo con el dolor de no poder levantarme ni acostarme en la cama por la cesárea, pero con mi lactancia a demanda y su bibi cada 3 horas.

Hicimos un itinerario de las horas y, sobre todo, era cansado. Hasta que a los 3 días empezaron con diarrea y estreñimiento, gases y cólicos fatales. Ahí estaba yo como madre y enfermera entre la espada y la pared. ¿Por qué lloraban de todo?

No faltaron los comentarios de mi suegra diciendo que algo estábamos haciendo mal porque lloraban y lloraban. Yo con grietas en mis pezones, ¡qué digo grietas! eran heridas profundas que me los partían en dos, lloraba cada vez que me las pegaba y, tanto así, que tomaba analgésicos.

Y luego una mala noticia 🙁 tenía que usar una pomada con la que era necesario extraerme la leche y no pegármelas por una semana. Imagínense ¡una semana! Y así fue, el sueño de mi suegra y cuñada de darles fórmula porque nunca se llenaban y por eso lloraban, que la fórmula les hace bien a los bebés, que ya les había dado el calostro que con eso tenían jaaa!!!

Me enojaba tanto que les dejé de hablar por un tiempo.

Osea “la profesional”, la que iba a cursos, la que sabía de esto era yo!!! O más bien eso creía porque les hice caso 🙁 y ¡me sentía tan culpable!

Empecé con el extractor y solo una onza de los dos lados, ¡qué impotencia! Las comparaciones no tardaron en llegar “es que fulanita se sacaba más”, “es que fulanita, se limpiaba los pezones”, “es que deberías tomar avena, 2 litros diarios” y, como vil borreguito, les hice caso.

A los 2 días, mis pechos estaban enormes y dolían horrible 🙁 Subí 16 kilos en mi embarazo, a la semana ya había bajado 11 kilos, y un mes tomando 2 litros de atole de avena, subí 5. Fue fatal.

Me deprimió mucho.

Hasta que sane de mis heridas tanto emocionales como físicas, y decidí relactar, se decía fácil pero batallé mucho. Mi producción bajó a casi nada.

Me puse las pilas, me uní a grupos de lactancia materna, de mamás múltiples, de todo tipo… y empezamos. No les quité el biberón pero iba bajando medidas de onzas y me las pegaba y así hasta que a los 2 meses guardé los bibis y regresé con lactancia exclusiva.

Logré superar el dolor, ignoré comentarios ofensivos y me dediqué a mis hijas, hacíamos colecho, pero sobre todo estaba decidida a lograr mi objetivo.

Ya a sus 3 meses puedo decir que este maratón apenas empieza, caí en una zanja enorme de la cual jamás pensé salir. Me venían pensamientos de “total, ¿cuántos bebés han tomado fórmula y están bien?”, “Yo soy una de ellas, pero claro mi mamá lo hizo porque nunca tuvo el apoyo que se necesitaba”. Aunque creía saberlo todo por ser enfermera y mamá, estaba tan equivocada. Cometí muchos errores, pero aquí estamos, ya nada podrá detenerme. Soy mujer, soy mamá, soy enfermera y soy fuerte.

¿Cómo crees que podríamos cambiar el sistema para que mejorara la atención -en lactancia- que reciben las madres?

Darles el poder de su lactancia, es decir, hacerles saber que ellas pueden lactar a sus bebés, cuentan con lo necesario la educación en su centro médico, que se sientan libres de preguntar cada duda, no quedarse calladas.

¿Qué crees que necesita una madre de gemelos para iniciar su lactancia con éxito?

Información: porque en el momento de pensar que son dos, se nos cierra el mundo y caemos en la falsa realidad de que no podremos alimentar a dos seres.

Apoyo: ya que muchas personas dan siempre puntos negativos como si la lactancia y la maternidad fueran un trabajo, algo malo: “Uy, haber si los llenas!!!!”, “Pero, te va a doler!!!!, “¿Cuánto vas a batallar?” “¡Mejor dales bibi!”

Tu que conoces bien la realidad de un centro médico, ¿crees que es posible ofrecer la atención que necesita una madre con los recursos (humanos y económicos) que realmente tenéis?

Sí. Si es posible pero nosotros como personal de salud no queremos batallar de cierta forma porque ahora las madres no se empeñan en darle el apego a sus bebés desde que nacen están más interesadas en otras cosas que, cuando lo tienen en brazos lo primero que hacen es pedir fórmula porque según ellas no tienen leche cuando la realidad es que muchas no tienen en sus manos nada de información, Algunas, aunque las tengan, aún creen en los muchos mitos que existen y, como no queremos complicarnos el trabajo, terminamos dando fórmula sin antes dar la información sobre la lactancia, o dar por hecho que ya lo saben.

Se cuenta con los recursos necesarios, pero no los sabemos utilizar.

Después de esta intensa experiencia, ¿cómo crees que vas a cambiar tu atención como enfermera?

Desde el momento en que me convertí en una paciente. Cambié tanto de pensar hacia la maternidad y la lactancia, ¡es algo grandioso vaya!

Ahora trato de hacerles ver a las mamás que todo se puede si se quiere, que no te vuelves esclava de tu bebé, al contrario, que no perderás nada, ganarás todo y mucho más.

Les dejo en claro que hay que tener paciencia porque vivimos en un mundo que no nos deja hacer una pausa para vivir la maternidad.

Les hago saber que se pueden apoyar entre ellas mismas, en nosotros como personal tenemos muchísima información, solo falta acercarse.

Siempre se puede mejorar pero cuéntanos lo que sí se hace bien atendiendo a madres lactantes

Claro que se puede mejorar, los recursos los tenemos, la promoción también pero mucho personal no se empeña en hacer llegar la información, caemos en la rutina y damos por hecho que al leer un folleto o al ver las pancartas la gente ya sabe, pero tenemos que hacer hincapié si queremos niños sanos y madres felices.

¡¡Gracias!!!

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