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"¿Sale leche, mami?" y yo le decía: "¿Quieres probar?"

"¿Sale leche, mami?" y yo le decía: "¿Quieres probar?"

Ivanna nos cuenta hoy cómo ha sido el proceso de destete de su hijo Erik. En español entendemos la palabra destetar por dejar la lactancia en pocos días o semanas, pero el proceso de destete es largo y progresivo, tal y como podréis leer en esta preciosa vivencia. Gracias por compartirla Ivanna, y por mostrarnos que en algunos niños, el destete puede ser algo muy simple.

Hoy, finalmente, puedo decir que Erik –de 4 años y 7 meses– se ha destetado. Algunos días, me pone algo triste; pero la verdad es que nunca soñé con un destete tan gradual y respetuoso como el que pudimos compartir. Nuestra lactancia tuvo sus tropiezos. Cuando nació, con 37 semanas, era muy dormilón y no quería succionar. En el sanatorio querían darle biberón y con mi marido los sacábamos corriendo. Lo ponía a la teta día y noche. A los 5 días de vida, cuando lo llevé para la revisión (que la dan solo los lunes en el sanatorio) la enfermera que lo vacunó, me dijo: ‘A ver mamá, déjame ver esa prendida’. Estaba a punto de hacer una mastitis y me masajeó y me enseñó a ponerlo en la teta.

El pediatra fue otra historia. A los 7 días me dijo con el dedo acusador: “Qué pasa que no sube de peso”. Pasados 14 días, ni se dignó en ver cómo tomaba la teta: “Dale 4 mamaderitas por día de una leche de fórmula para que engorde”. Erik tomaba muy bien la teta, yo chorreaba leche. De ninguna manera le iba a dar mamaderas*. Salí llorando.

De ahí me fui directo a otra pediatra. Me dijo: “Tu bebé está bárbaro, dale teta cada vez que te pida, el tiempo que te pida, olvídate del reloj”. Ahí conocí la ‘teta a demanda’. Venía de un curso de preparto donde me decían ‘15 de un lado, 5 del otro, cada 3 horas’. Empecé con la teta a demanda y Erik empezó a engordar súper bien.

Cuando cumplió 3 meses, empecé a donar al Banco de Leche (para que tengáis una idea de la cantidad que salía, ya tenía 1 litro y medio de leche en el congelador y Erik no quería saber nada con mamaderas). Cuando cumplió 1 año, la misma pediatra prolactancia comenzó a recomendarme la leche de continuación y que le fuera sacando la teta. Pero algo no me parecía lógico: ¿Por qué darle otra leche si yo podía darle la mía?

Luego tuve que hacerme una tomografía. El técnico que me atendió me dice en medio del estudio: ‘¿todavía das la teta?, porque esto no es compatible, no podés darle por 2 días’. Pretendía que dejara la teta en ese momento. Salí llorando y la llamé a la doctora Laura Picón, directora del Banco de Leche, para consultarle. Ella me tranquilizó, me asesoró y continuamos ya que la tomografía es compatible con la lactancia y no hay razón para dejar de lactar.

Cuando cumplió 2 años, en el control, la pediatra se puso más firme ‘sácale ya, le vas a causar un daño psicológico’. La miré, porque ya Erik estaba arrancando el jardín y era súper independiente. En fin.

Cuando cumplió 3 años, lo llevé para que le controle una conjuntivitis, a lo cual se me ocurre decirle (cuando lo revisa y ve que nada tenía) que le había puesto mi leche. Me miró espantada ‘¿Todavía toma? ¡Ya se la tienes que sacar!”. Ni me gasté en contestarle. ‘Sí, sí’ le dije y cambié de tema. Esa fue nuestra última consulta con ella.

Comencé a llevarlo con el doctor Néstor Posse, pediatra Neonatólogo, director de la Red de Bancos de Leche de Chaco. ‘Teta hasta la universidad’, el lema de él. ¡Ahora sí, el destete! Tuve un amague hace unos meses. Me salió por primera vez un lesión y me dolía bastante. Erik vio que me dolía y no quería tomar: ‘No mami, a vos te duele’, me decía.

Una semana después, cuando ya estuve mejor, se agarró angina. Le ofrecí teta, ya con fiebre, remolesto, antes de prenderse me dice: ‘No mami, te duele’. Entonces le dije ‘Mirá mi amor, mami está casi curada y si a vos te hace bien, yo aguanto’. Y seguimos.

Hace unas 3 semanas, una noche antes de dormir me pide teta. Le doy acostada de lado y me dice: ‘Mamá, de esta no sale, dame la otra’ (casi me muero de risa). Se ve que salía poquito, así que se pasó de lado a lado hasta que salió como él quería. A la noche siguiente, cuando me dice ‘no sale’ le digo: “Claro, papi, lo que pasa es que como vos ya sos grande, cada vez sale menos y ya se está terminando”. Me miró, me sonrió y me dijo: “Dame agua, entonces”.

Y las noches siguientes, me preguntaba:”¿Sale leche mami?”, y yo le decía: “¿Querés probar?”. Pensaba un ratito y después me decía: “no, está bien, dame agua”. ¡Ya vamos 3 semanas sin tomar teta! Me pone refeliz, no haber tenido que usar las mil y una técnicas que me recomendaron amigas: vete de viaje, ponerte tal cosa, déjalo que llore, déjate de tonterías que ya es grande. A todas les conté y les dije: ‘¿Vieron que iba a dejar solito cuando él quisiera?”.

Ivanna Leibovich.

*mamadera: biberón

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